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El petróleo está a punto de entrar en fase de destrucción de demanda

El petróleo vuelve a la carga. Tras unos días de alivio en los precios (cayeron en 40 dólares en poco tiempo), el petróleo parece haber retomado la senda alcista ante el anquilosamiento de la guerra en Ucrania y la ausencia de alternativas rápidas y efectivas para reemplazar al petróleo ruso del mercado. Este lunes, el barril de Brent vuelve a cotizar holgadamente por encima de los 110 dólares (el barril sube más de un 6%), unos niveles que de mantenerse forzarán un reequilibrio del mercado a través de la ‘destrucción de demanda’, un proceso doloroso para el que la Agencia Internacional de la Energía ya ha comenzado a prepararnos.

La destrucción de demanda en términos económicos se refiere a una disminución permanente o sostenida de la demanda de un determinado bien (normalmente energético: petróleo o gas) como última respuesta a unos precios muy altos y persistentes. Ante la escasez y los altos precios, los consumidores buscan vías para reducir el consumo de ese bien o tratan de encontrar caminos alternativos que eviten directamente su consumo.

El elevado precio del petróleo ha llevado a que la gasolina y el gasóleo alcancen precios históricamente altos en los países desarrollados. La teoría económica asegura que la demanda de petróleo es rígida en el corto plazo, puesto que la estructura económica no puede cambiar de la noche a la mañana: modificar el funcionamiento de los motores de combustión o los sistemas de calefacción lleva tiempo y es costoso. Pero si el precio del petróleo sube mucho y se mantiene ahí por unos meses, el resultado puede ser un menor consumo sin la necesidad de cambiar la estructura de la economía: esto es la destrucción de demanda.

 

Alarma en el mercado de petróleo: los inventarios en Cushing caen a niveles previos a la era del fracking

Los economistas de JP Morgan creen que el mercado de petróleo se está acercando a este escenario rápidamente. Para que se produzca la destrucción de demanda, el petróleo se tiene que mantener cerca de los 120 dólares por unos meses.

No obstante, “dado el shock de la oferta y salvo que se produzcan avances en las negociaciones de paz, la destrucción inmediata de la demanda será la única forma de reequilibrar el mercado a corto plazo. Mirando más allá de lo inmediato, si el petróleo se mantiene en esos 120 dólares por unos meses, el golpe a la demanda de petróleo podría ser de unos 1,2 millones de barriles por día este año, dejando el consumo de petróleo en unos 550.000 barriles diarios por debajo de los niveles de 2019″.

Los analistas de Natixis comentan en un informe que pese a los últimos movimientos del precio del petróleo, la dirección del conflicto entre Ucrania y Rusia seguirá siendo el factor clave de los precios a corto plazo. Mientras que una rebaja de la tensión podría acabar con la estructura actual de backwardation (denota escasez de petróleo en el mercado), la continuación del conflicto hace que aumente el riesgo de sanciones (al estilo de las impuestas por EEUU o Reino Unido), lo que podría poner en peligro las importaciones de petróleo ruso en Europa y, por tanto, seguir agudizando la estructura actual del mercado de futuros, que evidencia la escasez de crudo en el mercado spot o físico.

 

¿Se puede reemplazar a Rusia?

“Aunque en teoría hay suficientes barriles para compensar por completo la pérdida de las exportaciones de crudo de Rusia a Europa, la velocidad a la que estos barriles podrían llegar al mercado es demasiado lenta en comparación con la pérdida inmediata de los volúmenes rusos. Como tal, en un escenario de sanciones totales, el mercado petrolero se vería obligado a recurrir a la destrucción de la demanda… Esto vendría acompañado de precios del petróleo significativamente más altos en un principio”, aseguran los analistas de Natixis.

Desde la AIE son algo más pesimistas y creen que esta fase de destrucción de demanda podría estar a la vuelta de la esquina. En su último boletín, la AIE ha incluido dentro de sus escenario una caída de la demanda por los elevados precios del crudo que responde a un descenso del consumo derivado del alto precio del petróleo.

La AIE señala que “es posible que Rusia pronto se vea obligada a cerrar los grifos del petróleo, a medida que el descenso de la demanda interna se combina con un embargo voluntario cada vez más mayoritario por parte de los clientes internacionales, a medida que las sanciones ahuyentan a más compradores. Estimamos que, a partir de abril, unos 3 millones de barriles de la producción de petróleo de Rusia podrían desaparecer del mercado. Como resultado, la producción total de petróleo se desploma a alrededor de 8,6 mb/d en abril y como no podemos saber cuánto durará la crisis, hemos mantenido ese nivel hasta finales de año”.

 

Periodos de destrucción de demanda

 

Ante este escenario, la AIE ha revisado a la baja el consumo de petróleo entre el segundo trimestre de 2022 y finales de 2022 en un millón de barriles diarios. “Hay acciones que los gobiernos y los consumidores pueden tomar para reducir rápidamente la demanda de petróleo a corto plazo”. La AIE prevé que la destrucción de demanda será de unos 500.000 barriles por día en lo que resta de año. Sin embargo, la caída del consumo podría ser mayor si se los países adoptan una combinación de medidas para sortear la subida del crudo rápidamente. Siguiendo a pies juntillas el decálogo de recomendaciones de la AIE se podría reducir el consumo de crudo en 2,7 millones de barriles por día.

Algunos ejemplos pasados de destrucción de demanda por una subida intensa de precios son los de las crisis del petróleo de 1973-74 y 1979. Durante 1980, el ‘peso del petróleo’ (la parte del PIB mundial gastada en importaciones de petróleo) alcanzó el 7,3%. El impacto de estos precios más altos del petróleo en la economía, además de la fuerte destrucción de demanda a corto plazo (y las crisis económicas que desencadenó), impulsó al mundo a buscar nuevas formas de seguir progresando sin tener que consumir tanta energía derivada del petróleo. Los expertos de Natixis explican que se lograron importantes ganancias de eficiencia gracias a la innovación tecnológica expulsando al petróleo de la generación de energía en favor de alternativas como la energía nuclear y el gas natural.

Otro episodio de destrucción de demanda más cercano se produjo entre 2007 y 2008 y tuvo algunas reverberaciones entre 2011 y 2014. En esta ocasión, además de las dos crisis que hubo por medio, el mundo desarrollado trabajó para mejorar la eficiencia de los coches, mejoró el transporte público y se buscaron alternativas (aunque ligadas con el petróleo) que diversificaron la producción de crudo como el fracking en EEUU o las operaciones en aguas ultraprofundas en Brasil.

Ahora, si el petróleo se mantiene en cotas elevadas durante un tiempo (al igual que el gas natural), además de la destrucción de demanda de corto plazo, esto podría suponer el impulso definitivo a las energías renovables en el medio y largo plazo. Los movimientos de precios generan los incentivos más potentes. Las ventas de coches eléctricos o la instalación de paneles solares en domicilios y empresas, junto a una mayor inversión en la mejora de las baterías para almacenar energía, pueden ser algunas de las tendencias que sufran un mayor impulso como producto de este nuevo pico del petróleo.

Fuente: Vicente Nieves- El Economista

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