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Estados Unidos y China han formalizado un acuerdo, que prevé aliviar la guerra comercial y “transformar”, en palabras del presidente Trump, la economía americana.
Para ello, China se compromete a incrementar las importaciones provenientes de EE. UU. en 200$ mil millones (cantidades que superan las cifras de 2017), reforzando las compras en agricultura en 32 mil millones de dólares, la fabricación en 78, la energía en 52 y los servicios en 38 mil millones de dólares. Del mismo modo, el gigante asiático también reforzará la normativa relativa a propiedad intelectual.
En materia de aranceles, Estados Unidos va a mantener aranceles de hasta el 25% sobre un valor aproximado de 360 mil millones de dólares en productos de origen chino. El presidente Trump pretende tener así una herramienta negociadora de cara a la segunda y ultima fase del acuerdo. China, por su parte, también se espera que mantenga la mayoría de los aranceles que ha impuesto a productos americanos por un valor de 100 mil millones de dólares.
Otro aspecto importante en la resolución de la guerra comercial es que Estados Unidos ha dejado de considerar a China como país manipulador de divisas. Recordamos que en agosto Trump acusó a Pekín de devaluar el yuan para apaciguar el impacto de los aranceles a las importaciones chinas. Ahora, el Tesoro considera que China ha adquirido compromisos para manejar el yuan de manera más transparente.
Sin embargo, muchos empresarios creen que todavía se pueden reducir más los impuestos y solicitan encarecidamente a los gobiernos que sigan trabajando para reducir la tensión.
Los políticos chinos que acudieron a la firma del acuerdo subrayaron el carácter de “igualdad y respeto mutuo” del tratado. También defendieron el modelo económico de su país, argumentando que “China ha desarrollado un sistema político y un modelo de desarrollo económico que se adapta a su realidad nacional”, pero “(…) esto no significa que China y Estados Unidos no puedan trabajar juntos. Por el contrario, (…) comparten enormes intereses comerciales comunes”.
Las mejoras en las relaciones bilaterales entre ambos países son indudablemente buenas noticias para el comercio internacional y para todas aquellas empresas que tienen localizada alguna parte de su cadena de suministro en China.
