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LA CONEXIÓN ME VA LENTA. ¿2020, EL AÑO DEL 5G?

¿Estáis teniendo problemas en vuestra conexión durante la cuarentena?

Paradójicamente, el 2020, el año del 5G pasará a ser el año del coronavirus.

A causa de las medidas de aislamiento social y la cuarentena establecida en muchos países por el coronavirus, profesionales y estudiantes alrededor del mundo están trabajando/estudiando desde casa. Esto, obviamente, requiere un mayor uso de internet que el habitual. Al pasar más tiempo en casa y usar nuestra red para videoconferencias, búsquedas y uso de servicios en streaming, se corre el riesgo de que nuestra conexión sea más lenta y no funcione en un estado óptimo.

A pesar de ello, no cabe duda de que el 5G está en el foco del debate tecnológico y también de la competencia geopolítica por liderar la carrera de las telecomunicaciones.

¿Cómo afecta a la gestión de nuestras empresas y al proceso de compras en las mismas?

Por esa razón traemos a Canal ATEGI un artículo de Rubén Ruiz para ESGlobal que profundiza en los beneficios del 5G y también en la carrera por dominar la tecnología sustitutiva, el 6G.

 

Decía el campeón del mundo de ajedrez Emmanuel Lasker que, en plena partida, “cuando veas una buena jugada, encuentra otra mejor”. Aunque no cabe duda de que el 5G va a traer consigo un desarrollo tecnológico sin precedentes, no está de más seguir buscando estrategias y desarrollos aún más innovadores. Esa nueva tecnología, aún inexistente pero que ya se está empezando a investigar, será el 6G.

Tenemos que remontarnos a la década de los 80 para recordar aquello del 1G, que tan solo nos permitía realizar llamadas, o la tecnología 2G en los 90, que introdujo ese gran avance que supuso el envío de SMS. Ya en el siglo XXI, gracias al 3G nos conectamos a Internet a través del teléfono con la llegada del smartphone, y tras la posterior llegada de la banda ancha (4G), podemos reproducir vídeos mucho más rápido y en tiempo real, entre otras cosas. A corto plazo, el 5G va a permitir alojar la inteligencia artificial (IA) en la nube para bajarla desde allí a los dispositivos. En este nuevo año, se venderán móviles de gama alta con 5G.  Y de cara al futuro, expertos en telecomunicaciones prevén que el 6G llegue hacia 2030, tecnología que hará que la IA tenga su sitio en los propios dispositivos o cosas conectadas, en lugar de en la nube.

 

Las telecomunicaciones: un sector en constante avance

Ya en 2020, podemos dar por superada la conexión entre personas (4G) y serán los objetos y los dispositivos físicos los que van a estar unidos e interactuarán, recogiendo una ingente cantidad de datos (5G). Los nuevos algoritmos y herramientas, la informática cuántica y de alto rendimiento, el blockchain, etc., son tecnologías en donde se invertirá cada vez más y se conseguirá un mayor intercambio y uso de datos.  El 5G permite no solo una mayor velocidad para navegar por la Red (se prevé entre 10 y 20 veces más rápido), sino que más dispositivos estén conectados al mismo tiempo. Es más, la latencia se reduce ampliamente, de forma que las interacciones con Internet o con la nube serán casi instantáneas.

La organización que representa los intereses de los operadores móviles globalmente (Global System Mobile Association, conocida por sus siglas GSMA) estima en un estudio de 2019 que el 5G conseguirá 1.400 millones de conexiones en 2025, el 15% del total global.  En este sentido, el 5G estará presente en el 30% de las conexiones en mercados como el europeo o el chino y el 50% en Estados Unidos.  Asimismo, el 5G contribuirá con 2,2 billones de dólares a la economía global en los próximos 15 años, siendo la industria, los servicios públicos, profesionales y financieros los más beneficiados. Además, la GSMA calcula que el número de conexiones de Internet de las Cosas (IoT) se triplicará hasta 25 mil millones en 2025, representando unos ingresos globales de 1,1 billones de dólares.

Las ciudades serán con el 5G cada vez más inteligentes, con más sensores y objetos conectados para el buen funcionamiento de la ciudad y ofrecer más y mejores servicios a los ciudadanos. Este es necesario para permitir un ecosistema con capacidad de mayor conexión entre dispositivos (IoT), por ejemplo, para la existencia de coches inteligentes conectados.

 

¿Cómo será el 6G?

Si el 5G consiste en una tecnología de última generación que consigue crear un sistema sensorial perceptivo integral en el que se pueda acceder fácilmente a la información, el 6G ayudará a construir un sistema nervioso perceptivo que integre IA y que pueda dar respuestas inteligentes.

Con el 6G, las conexiones serán mucho más rápidas y con un mayor ancho de banda, pasando de los 10 gigabytes por segundo a un terabyte por segundo (equivalente a 1.000 Gbps) que alcanzará. Igualmente, tendrá menor latencia de red que el 5G: del milisegundo a los 10 microsegundos. Todo esto permitirá intercambios de datos en tiempo prácticamente real, un nivel de capacidad y una latencia sin precedentes.

Aunque pueda parecer de ciencia ficción, el 6G ayudará a conectar el mundo real del digital virtual. También hará que el diseño del producto, la I+D y los experimentos tecnológicos sean significativamente más eficientes y se reduzcan sus costes. Es más, se podrán elaborar productos digitales en el mundo físico a través de la alta tecnología, incluida la impresión 3D.

En este contexto, en la economía digital, la inteligencia basada en big data será clave en el impulso de la innovación, y las redes 6G no solo serán autopistas para la transmisión de datos, sino que también integrarán la computación más avanzada de manera mucho más fluida como parte de un marco combinado de infraestructuras de comunicaciones y computación. Esto proporcionará muchas ventajas a medida que la tecnología 6G vaya estando operativa, incluido el acceso a las capacidades de IA.

 

Geopolítica del 6G

El despliegue del 5G está siendo el desencadenante no solo de la competencia empresarial en la esfera internacional, sino también de conflictos geopolíticos por liderar la carrera por la innovación tecnológica entre Estados.  La rivalidad entre empresas de equipos de telecomunicaciones como la china Huawei, la sueca Ericsson o la finlandesa Nokia por sellar contratos con las grandes compañías del sector para desplegar el 5G, está suscitando tensiones en Estados Unidos, en especial por la desconfianza del gobierno estadounidense ante el gigante chino, alegando riesgos para la seguridad nacional.

Según proyecciones de la GSMA incluidas en el informe The Mobile Economy Asia Pacific 2019, China invertirá 184 mil millones de dólares en 5G para 2025, lo que representa el 49,73% de la inversión de los operadores móviles asiáticos en la construcción de redes 5G entre 2018 y 2025.  Esto significa que esta ha superado a Estados Unidos en aproximadamente 24 mil millones de dólares en infraestructura de comunicaciones inalámbricas, como indica un estudio de Deloitte de 2018.  Con respecto a Europa, la agencia de calificación crediticia Moody’s prevé que, puesto que las empresas tecnológicas europeas invertirán de forma gradual en el 5G, Europa irá alrededor de dos años por detrás de Estados Unidos y Asia en su despliegue.

La ventaja con la que cuenta China es la cadena de suministro, que cubre investigación, desarrollo, diseño, fabricación y aplicación, y es el país líder de equipos 5G gracias a Huawei.  Pekín ya se erigió como un actor clave de cara al desarrollo y despliegue del 4G, y no va a ser menos ahora.  Asimismo, la economía digital basada en 6G se convertirá en el factor determinante de la competitividad de un país y de los índices de desarrollo tecnológico. De hecho, la tecnología 6G, con cognición inalámbrica como factor clave, se convertirá en la tecnología central y el principal impulsor de la economía digital.

Con el fin de conseguir ese liderazgo, el gobierno chino ya ha constituido un equipo de investigación sobre el 6G formado por 37 expertos de universidades, centros de investigación y compañías tecnológicas para promover su desarrollo y asesorar al gobierno sobre sus decisiones en torno al 6G.  Países como Estados Unidos, Japón, Corea y algún otro europeo, especialmente Finlandia, están diseñando ya planes para investigar el desarrollo de esta tecnología.

El sector de las telecomunicaciones está marcando los estándares de los servicios de las comunicaciones y de sus productos, por lo que sitúa a Estados y tecnológicas en una posición clave en el desarrollo de la industria del futuro. La carrera hacia el 6G es una de fondo, a una década, pero que ya ha empezado, y en la que sector público y privado tendrán que cooperar para poder desarrollar esta tecnología.

 

Europa: ¿gigante digital?

La nueva Comisión Europea, presidida por Ursula von der Leyen, pretende lograr la soberanía tecnológica europea en algunas áreas críticas y, con este fin, es particularmente importante que se elaboren normas comunes europeas para las nuevas redes 5G, tal y como se refleja en las orientaciones políticas para la legislatura 2019-2024.

“Si la Unión Europea no actúa ahora, nuestro futuro tecnológico se decidirá en Washington y en Pekín”. Son palabras de Michel Barnier, negociador de la Comisión Europea para el Brexit, pronunciadas durante la Web Summit celebrada en 2019 en Lisboa. Con el objeto de buscar respuestas comunes, los Estados miembros publicaron en 2019, con apoyo de la Comisión Europea y la Agencia Europea para la Ciberseguridad (ENISA), un informe sobre la evaluación coordinada de riesgos acerca de la seguridad de las redes 5G.  En este informe, se indica que su despliegue representa un “aumento de la exposición a ataques y más puntos de entrada potenciales para los atacantes”.  En clara referencia a Huawei, aunque sin mencionarlo explícitamente, el documento hace alusión a “riesgos derivados de las principales dependencias respecto a los proveedores”, considerando que “agrava el efecto potencial de los puntos débiles o vulnerables y su posible explotación por agentes de riesgo, en particular cuando la dependencia se refiere a un proveedor que presenta un alto grado de riesgo”.

En esta línea, el Consejo adoptó en diciembre de 2019 unas conclusiones en las que resaltaba la importancia del 5G para la economía europea, insistiendo en la necesidad de mitigar los riesgos para la seguridad relacionados con esta tecnología. “La seguridad de la red 5G debe ser global y basada en el riesgo», indica el Consejo, añadiendo que «su seguridad se considera un proceso continuo, que comienza con la selección de los proveedores y se mantiene a lo largo de toda la producción de los elementos de la Red y de la vida útil de esta”. De ahí la relevancia de adoptar normas europeas para este paradigma tecnológico que se va a extender globalmente, prestando especial interés a la ciberseguridad para proteger su progreso.

Dentro de Europa, Finlandia marcó el paso del 2G y se ha propuesto volverlo hacer con el 6G.  Con ese fin, el gobierno del país nórdico presentó en 2019 un programa nacional de 6G que, en los próximos ocho años, estará dotado con 250 millones de euros.  Además, en marzo de 2020, tuvo lugar en este país la 6G Wireless Summit, evento virtual en esta ocasión, para abordar el futuro de esta tecnología y su desarrollo a partir del 5G.  Tendrá competencia, y no es cualquier país: China ya considera trabajar muy seriamente en el 6G desde ya, 2020, y quiere ponerla en valor en 2030.

A medida que avanza la transformación digital, no puede descuidarse la ciberseguridad.  Son, en realidad, dos caras de la misma moneda. Precisamente, en la Unión Europea, se han producido numerosos avances en materia digital, desde que, en 2016, se adoptó la Estrategia para el Mercado Único Digital.  Pero, si tenemos que destacar alguno reciente, cabe resaltar la entrada en vigor en junio de 2019 del Reglamento Europeo de Ciberseguridad, que refuerza el mandato de la Agencia Europea de Ciberseguridad (ENISA) e introduce un sistema de esquemas de certificación a escala de la UE.  En julio de 2016, se había adoptado la Directiva europea relativa a las medidas destinadas a garantizar un elevado nivel común de seguridad de las redes y sistemas de información en la Unión (la conocida como ‘Directiva NIS’). Esta fue consecuencia del incremento de los incidentes de ciberseguridad o ciberataques, y que pueden afectar a los usuarios dañando directamente sus dispositivos o afectando a los datos alojados en distintos dispositivos.

Reforzar la seguridad es clave para implementar el 5G y, en el futuro, el 6G. La seguridad de las redes y sistemas de información es esencial para garantizar el desarrollo de las actividades económicas y sociales, así como para el buen funcionamiento del mercado interior.

 

Un futuro muy próximo

El año 2020 será el del 5G, no cabe duda; pero el 6G le irá pisando los talones, al menos en investigación y próximo desarrollo. Aunque esta segunda no supondrá una ruptura radical con la primera, sí que significará un nuevo progreso innovador (más velocidad y menos latencia).

Está claro que la competencia global de cara al 6G va a ser intensa, como lo está siendo para el 5G. China va a ser el referente y la principal competencia para Europa. Y es que sin unas normas claras y armonizadas en la Unión Europea, es difícil que podamos seguir los pasos de las grandes potencias tecnológicas para poder competir, para estar a la altura de la innovación y poder ofrecer a los ciudadanos más y mejores servicios adaptados a la era digital. En definitiva, para hacer frente a los desafíos del mañana.

 

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